martes, 17 de abril de 2012

Rojo Escarlata

Rojo escarlata... mis labios incrustrados en los tuyos, en tu piel que se adhiere a la mía por un raro magnetismo... Tu sangre hierve, tu lengua golpetea a cada momento mi cuerpo y entonces pierdo el control. Siento venir la inmensidad, el universo desplomándose sobre mi, tu jadeo pegado a mi oído... ¡Trágame vivo! Bebe mi sangre... no pares de succionar... El cielo está cayendo, los ángeles elevan la estera en la que el deseo tiene su génesis... ¡Suban más alto! Quiero morir mientras te veo caer, con los ojos desorbitados, quiero caer contigo y perderme en ese orgasmo efímero... ¡No sigas! ¡Ya no puedo más! Mis dientes se aferran a tu labio inferior, tu mano a mi masculinidad, a mi pecho... ¡Vamos a arder en el infierno! ¡Somos unos demonios! ¿Acaso importa eso ya? Ven pecado, toma mi virtud y destrózale por igual. Rojo escarlata, rojo de tus labios hinchados de sangre que voy a vertir... manchemos nuestras carnes pálidas de ese rojo escarlata mientras ardemos en el fuego eterno.

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